El 18 de septiembre de 1980, un cohete soyuz despegó de la plataforma Nº1 en el cosmódromo de Baikonur, dando inicio al histórico vuelo de Arnaldo Méndez junto a Yuri Romanenko.

A bordo de la estación espacial Salyut 6, ambos cosmonautas llevaron a cabo varios experimentos. Entre ellos, averiguar las causas posibles del síndrome de adaptación espacial (SAS) y tal vez encontrar una cura.

Lanzamiendo de la misión Soyuz-38

Casi 8 días después, con 128 vueltas alrededor del planeta, aterrizan cerca de la ciudad de Shezkazgan, en las estepas de Kazajistán. El aterrizaje fue arriesgado ya que se produjo de noche.

Arnaldo Tamayo Méndez se convierte en el primer latinoamericano en volar al espacio.

Arnaldo Méndez

Nacido en una familia humilde de Guantánamo, quedó huérfano muy joven y un tío se encargó de su crianza, comenzó a trabajar a los 13 años como limpiabotas, ayudante de carpintero y vendedor de diarios mientras seguía estudiando.

Después de la revolución cubana en 1959, se unió al Instituto Técnico Ejército Rebelde con solo 17 años. De ahí pasaría a las Fuerzas Armadas Revolucionarias al mando de Fidel Castro donde se convirtió en piloto de combate.

Para completar su entrenamiento, Méndez viajó a la Unión Soviética. Ahí comenzó a manejar el idioma ruso.

Gracias al programa Intercosmos, donde se permitía que países socialistas incursionaran en la carrera espacial, es que en 1978 Méndez es seleccionado junto a su compatriota José López entre 600 aspirantes.

Luego de volar al espacio es condecorado por Raúl Castro con la primera medalla honorífica de Héroe de la República de Cuba y la Orden Playa Girón. En Moscú recibió la Orden de Lenin y también fue nombrado Héroe de la Unión Soviética.

En 1987 establece el primer radio-puente entre Cuba y el espacio exterior con científicos y periodistas a través de un enlace radial que enlazaba a la estación espacial MIR, donde Yuri Romanenko cumplía su tercera misión.

Desde su vuelo sigue en contacto con Yuri a quién considera parte de su familia.

Pasadas cuatro décadas después del histórico viaje al espacio, Méndez contó que de las ocho horas diarias planificadas para el descanso, él solo dormía cuatro porque no quería perderse la oportunidad de observar el universo, tomar fotos y videos de esos momentos.

Méndez y Romanenko

«Si esta es la única oportunidad de estar en el cosmos, yo no vine a dormir»